Manifiesto para partir

No soy un yo mismo que ocupa un espacio con su palabra, aunque intentaré explorar esa sustancia que al fin resbala por los dedos y que me parece que está bien que lo haga: demasiada atención a ese fantasma de dos caras lo termina encerrando entre espejos que no dan con ninguna hebra. 

La palabra no es mía en estos embrollos en los que me espanto y que quiero presentar, de todos modos, como si fueran parte de mi autoría. Si bien brotados de mi dedo, me pertenecen efímeramente y están hechos de sombra. 

No me proclamo miembro de ninguna corriente pero estoy aquí, escribo y bailo estas líneas que se acumulan en cajones y cuadernos y que ahora vuelco al digital casi como una excusa para decir: "estuve aquí, vivo y dije lo que tenía que decir".



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