CRÓNICA EN 3 PARTES: PRESUNTXS IMPLICADXS (2ª parte)

Cuando tomé la determinación de que este proyecto tendría un nombre impersonal, decidí que me permitiría tocar con distintos músicxs rotativxs -o migratorixs- para que la amplitud de su nombre incluyera la libertad de los pájaros. Así fue que el Jeremy se convirtió en el primer miembro de paso: me acompañó con el cajón peruano en la primera presentación en Valparaíso y registró conmigo "Ningún Adiós", en septiembre de 2019, un mes antes del estallido.

Luego de eso, cuando emprendía la búsqueda de músicxs para arreglar y grabar los temas, la Romina, amiga y profesora de música que conocí en el Liceo René Descartes, me concertó un encuentro con el Álvaro. Nos juntamos en el Bar Juglar de Viña y le mostré la música. Era la primera vez que me reunía con un músico que no conocía y con el propósito claro de invitarlo a pasar por El Blindaje de los Pájaros. Tuve la suerte de que aceptara y transcribiera a la partitura los 3 temas. Al cabo de un tiempo, conocí al Amaury, baterista y percusionista de la banda Fanfarrabias, quien aceptó sumarse al equipo inmediatamente. Con esta segunda formación me presenté por segunda vez en Valparaíso, esta vez en una Lectura Poética organizada por la Sech en el Centro Cultural Ex-Cárcel.

(Diciembre 2019)

En esa oportunidad tuve la mágica suerte de poder compartir también con Jordi Lloret, maestro en mis primeros pasos en la poesía, 12 años antes. Jordi dirigía un Taller Literario en Con-Con al que yo llegaba desde Limache con mi cuaderno y la guitarra. La primerísima primera vez que toqué frente a un público mis propias canciones con guitarra en mano y nada más fue, precisamente, en el Lanzamiento de la Antología Poética, Palabras de la Boca (2009), que editara Jordi al alero de su Taller.

Además, el día de la Presentación conocí también a Alejandro Wagner, obsesivo dibujante de su entorno que entre garabatos y colores, captó la presencia de este segundo equipo en el siguiente dibujo que me regaló.

(Dibujo de Alejandro Wagner - Diciembre 2019)

Pero no fue hasta que conocí a la Sammy, quien se sumó enérgicamente con sus dedos para el piano, que la primera versión de la bandada estuvo completa. Llegué a ella a través del gran Tito Guzmán, músico y profesor de música de San Antonio. 

La Sammy fue el tremendo aporte para el proyecto, no solo porque tocaba el piano espléndidamente sino también porque se motivó con viajar desde Isla Negra para ensayar en Quilpué cada vez que lo necesitábamos. Después de un tiempito y luego de algunos ensayos, en el verano del 2020, ya teníamos toda la música lista y nos metimos a grabar al estudio de Petar Zec, durante los primeros días de febrero.

(Registro de Ensayo - "Animal" - Enero 2020)

Lo más interesante de la grabación fue la casa de Petar, completamente cubierta por las ramas de un árbol que crecía junto a la higuera, parecía una extensión arbórea con un nido dentro. Respecto al piano, tuvimos problemas con la Clavinova que ocupamos para ensayar y en los días de grabación nos vimos en la obligación de usarla como controlador midi y terminó siendo el único instrumento que no pudimos grabar acústicamente, como lo había decidido al comienzo.

(Acustudios - Febrero 2020)

Una vez que terminó el proceso de grabación, venía una parte que decididamente quería hacer en Santiago: la mezcla. Tenía el interés acérrimo de trabajar con alguien que conociera de cerca el lenguaje estético del sonido de hoy y, al mismo tiempo, fuera lo suficientemente abierto para entender que lo que yo quería hacer era mezclar 3 cosas que estaban más o menos lejos, la una de la otra, y que fácilmente podían parecer irreconciliables: el folk, el rock y el indie. Entonces, a fines de febrero, asistí a un concierto de la Rosario Alfonso en Valparaíso y pude conocer muy brevemente al gran Lorenzini. Después de declararle, desproporcionadamente, toda mi admiración como fan hasta las patas, le conté que había grabado un EP y que estaba buscando quien lo mezclara. El hombre escuchó la música y me puso en contacto con el pájaro más espectacular de toda esta historia: Merci (Martín Pérez Roa). 

Cuando llegó la pandemia y nos confinaron al encierro, el EP ya estaba en Santiago y de forma remota lo terminamos de producir, grabando algunas cosas desde la casa y probando una seguidilla de versiones de todo. Para rematarla, el Arturo Zegers masterizó lo que esculpió Merci y al final, el resultado quedó más allá de mis propias expectativas. Por supuesto que me arrepentí de todos los pequeños detalles que dejé pasar en la grabación y que parece que siempre atormentan pero, definitivamente, Merci hizo un valiosísimo trabajo con las canciones  y convirtió el EP en el bello ÁPICE de todo lo que es.

Metido de cabeza en el Arte del disco y luego de haber probado suerte con un par de artistas con los que terminé quedando en nada, llegué al Bongoleo (Leonardo Jara). La verdad es que estaba siguiendo el trabajo de varios artistas visuales a través de Instagram cuando llegué a sus dibujos. Me encanté con la calidez y la sencillez de su obra, tan distinta al entramado que había en el EP y que, al mismo tiempo, parecían llamarlo y completarlo. Nos conocimos, hablamos y en un par de semanas, Leo me entregó las piezas gráficas gloriosamente terminadas que no puedo agregar en este post porque todavía no salen oficialmente. 

(Sello Música del Sur)

Finalmente (y este es el último párrafo de esta parte), llegué a Música del Sur. Ya habíamos hablado antes por otra canción pero lo importante era el EP. Y, efectivamente, cuando Manuel escuchó las canciones y le sacó un buen rollo, organizamos un nuevo equipo y pasamos a la última etapa. Invocamos a Juan Manuel Daza que llegó con la fuerza del Pegaso y su primera arremetida fue con las fotos. Me junté con el Jorge Villa en un rincón de Valparaíso e hicimos una sesión rápida y nos fuimos: así empezamos la última parte del proceso.

- FIN SEGUNDA PARTE - 


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