Un ÁPICE de lana: la ganzúa detrás del EP

Sobre el Lanzamiento de Ápice de El Blindaje de los Pájaros

Rodrigo Lira se reía de Vicente Huidobro haciendo de las rosas mermelada de mosqueta. Quien rematara su vida con un suicidio tragicómico y hasta irónico, decía en su "Ars Poétique" que el verso tenía que ser "como una ganzúa/Para entrar a robar de noche". Así, cuando decidí armar el tríptico "Ápice", que hoy ya es el primer EP de El Blindaje de los Pájaros, supe que había ciertas ideas que tendría que robar y que expondré abiertamente a continuación. 

De partida, el EP está basado en una visión muy general del mito del Laberinto que si bien es una idea revisada a lo largo de la historia, me la apropié de forma muy sutil -y quizás hasta débil- para pensar la mente propia como un laberinto siniestro en el cual acecha un animal que es, al fin y al cabo, unx mismx. Esto se ve en las dos canciones compuestas en re menor: "Animal" y "Mala mente", que abren y cierran el EP. En segundo lugar, la hebra de lana roja que incorporé, si bien es parte del mito con el que Teseo marca el camino de salida del laberinto -por supuesto, aconsejado por Ariadna, la mujer en la Ilustración-, es también una alusión a la espera de Penélope. Resulta que ya me había pasado 10 años temiendo publicar una obra en serio y con este "Ápice" tenía (y tengo) la intención de soltar esos temores y permitirme hacer públicamente la música que he hecho siempre.   


Pero todo lo anterior fue un mundo al cual pude acceder gracias a mi querido amigo, Ramón Valenzuela. Poeta y profesor de Filosofía de San Antonio que ha desarrollado un oficio único en el último tiempo: la fabricación de artefactos desplegables con carácter interpelativo y trasfondo filosófico. Es difícil reseñar con palabras algo que es plenamente kinésico pero tengo la confianza de que algún día esas obras que teje mi amigo verán la luz igual que mi música. El asunto es que fue él quien abordó el mito del minotauro y fue él quien me involucró en el asunto. Cuando empecé a componer "Animal", precisamente, lo hice en gran parte intentando complementar su obra.

Finalmente, el punto ápice de los 10 minutos y medio que dura el mini disco, canta "Nos vemos después del armagedón" y hay en esto más de un robo que mencionar. En primer lugar, yo estaba caminando por la calle cuando escuché la palabra "armagedón" en una canción llamada "el día del huracán" de la banda argentina Él mató a un policía motorizado. Me quedé pensando en la idea que me evocaba la palabra y me di cuenta de que no podía evitar pensar en la película de Bruce Willis de los años 90'. Cuando llegué a la casa, la volví a ver y la verdad es que la encontré bastante mala pero me quedé con la palabra. Sabía que en la canción "ænema" de Tool, Keenan canta al armagedón y que en algunas pesadillas de adolescencia, me veía a mí nadando en un mar interminable. Después de todo ese caldo de cabeza, sabía que iba a robar la palabra pero aún no sabía con qué sentido. 


Por supuesto, cuando empezó la cuarentena y el distanciamiento, se hizo común decir que nos veríamos después de que se acabara todo pero la verdad es que después de una ola, venía otra. Entonces me lo tomé literal, nos veríamos después del armagedón y al pensarlo así, volví a Placebo. En una de las canciones con que lograron la envergadura planetaria, "The Bitter End", Molko decía "te veo en el amargo final" y lo repetía insistentemente: nos vemos en el fin, nos vemos en el fin. Entonces, como un pequeño guiño a esta banda que vive conmigo en mi laberinto, armé el verso que al final iba a ser la ganzúa. Así, he puesto en más de una publicación por aquí y por allá "Nos vemos después del armagedón", pensando a regañadientes que no solo saldo una deuda personal con este EP sino que también rindo un pequeño tributo a toda esta música a la que le debo tanto.


Rodrigo Lira se suicidó en su cumpleaños a principios de los 80'. Su estilo y su coraje están muy por encima de mis más altos ápices y muy lejos estéticamente. Sin embargo y de todas formas, aunque sé que si pudiera escuchar mi trabajo probablemente no esbozaría ni una sonrisa y pasaría de largo, le rindo un pequeño tributo desde acá e invoco su ácida hebra para nutrir desde las antípodas este Ápice con el que inicio. 


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